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El viaje que empieza y termina en ti

 

Cuando desde muy pequeño en los brazos de tu madre, tu inseparable amiga que no sabes el por qué, ni lo que significa aún para ti, pero intuyes su importancia, cuando conscientemente observas ese supuesto mundo lleno de supuestos objetos que se encuentran a tu alrededor, que no comprendes que son, ni que hacen ahí, cuando escuchas ruidos y ruidos sin parar emitidos por todos aquellos que a tu alrededor están y que no dejan de observarte y hacer cosas raras o extrañas y que tampoco comprendes su significado pero que si te ponen en alerta, que despiertan tu interés, empiezas a sentir que estás ahí.

 

No sabes qué es todo eso que se manifiesta ante ti, ni la razón de todo ello, simplemente observas como a cada instante de tu respiración te llegan sonidos incomprensibles mientras te agitan objetos que inundan tu consciencia de sensaciones únicas.

 

Poco a poco lo incomprensible te empieza a llamar la atención, te fijas en todo aquello que te parece ya más interesante, empiezas a discriminar y asociar ese sonido repetitivo, a sentir que necesitas observarlo con más frecuencia, y aprendes a desarrollar la necesidad de repetir y reflejar a tu manera los mismos para llamar la atención de todos aquellos que te observan y con ello obtener lo que quieres, y aparece el deseo, pero no sabes todavía que significa esa sensación que recorre tu cuerpo como un escalofrío, esa emoción que experimentas, una más, pero diferente, empiezas a comprender y a sentir que todos aquellos sonidos y que ya relacionas, te generan satisfacción y que ya forman parte de lo eres, y un día sin más, asocias esa palabra que se ha instalado en ti, a lo que deseas y que ya buscas sin parar, y que un día harás tuyo uniéndote a él cuando repitas sin parar; es mío.

Esa identificación que haces a través de la palabra con todo aquello que deseas, con toda forma que percibes, es el nacimiento del Ego en ti, su “forma” mental. ¿Y qué sucede si te lo quitan, o no te lo dan?, Que empiezas a sentir una nueva emoción desconocida para ti y asociada a esa identificación y que todavía no comprendes, pero diferente también, relacionada con esa “forma” mental que ya conoces; empieza a surgir en lo más profundo de ti el sufrimiento, y aparece el miedo a no conseguir lo que deseas o a que alguien de todos esos que te observan te arrebaten esta vez la emoción de lo que más te gusta.

 

El deseo y el miedo psicológico que ya se han instalado en ti dan forma a tu falso Yo, el Ego, esa entidad mental que te acompañará toda tu vida a partir de esos momentos o instantes primarios. Comienzas el camino hacia la ambición

 

El sufrimiento que te acompañará a lo largo de la vida y que es existencial en su naturaleza como bien indicó el Buda Sakiamuni, no es más que el apego a ese falso Yo que ya reside en ti desde tu temprana infancia y que es infeliz en diferentes momentos a lo largo de la misma.

 

La identificación que tendrás con él, con todo aquello que tendrá forma física o en forma de energía en tu mente y que se unirán a ti a través de todas esas emociones en forma de miedos y deseos, te darán la falsa sensación de que realmente estás viviendo tu propia vida, tu propia existencia, pero no es así, todo se convertirá en un continuo engaño enraizado en la cada vez más creciente necesidad de tu supervivencia, lo que condicionará todo aquello que tenga que ver con tu realidad, y que estará en menor o mayor grado distorsionada por su influencia.

 

¿Y qué sucede con el sufrimiento, su manifestación en mi?. El sufrimiento en sí, te puede servir como un medio para despertar a su influencia. Buscar respuestas dentro de ti te ayuda a interiorizar lo que te está sucediendo, determinar su origen y el porqué ese cúmulo de emociones te hacen sentir mal.

 

No intentes comprenderlo desde el espacio de la razón, de la mente, ni cuestionarte porqué eres tú y no otro quien lo sufre, no te identifiques con él, simplemente sé consciente de que está ahí en quietud sin buscar respuestas y que el mismo indica que hay algo en ti que no va bien.

 

Ahora ya sabes que el origen del mismo es el miedo o el deseo, emociones básicas ligadas al Ego y asociado a la identificación con las formas, que construyes mentalmente y no dejarás de hacerlo a lo largo de tu vida, y que todo ello, te volverá tremendamente inconsciente, es más, es posible que te haga vivir una vida aterrorizado a no tener dinero, a no poder pagar las facturas, a perder tu trabajo, a que se muera alguien, al fracaso, a la carta de hacienda, a separarte de tu pareja, a tener un accidente, a perder tu reputación, a lo que piensen de ti, a que te roben, a que se rían de como eres, a que no te paguen, a perder tu empresa, a que se rompa el coche, a que te dé un infarto, a no conseguir nada, a perder todo lo que tienes, a la vejez que se acerca cada vez más a ti, a no tener una pensión digna, a no poder ayudar a los tuyos, a que te falte la respiración, a la responsabilidad..; a vivir en libertad.

 

El sufrimiento surge de la exposición que tienes al mundo de la forma, a todos esos objetos “físicos” que te rodean y aquellos otros mentales que se manifiestan en forma de pensamientos que te dicen soy esto o aquello, soy el mejor, el que más dinero tiene, al que todos admiran, el que más éxito tiene o al que todos buscan.., a todo aquello que te unes mentalmente, que te identificas con ello y que poco a poco empiezas a tener la necesidad o el deseo de querer más y más sin parar, que temes por su pérdida, que te los roben o que dejes de perder tu influencia sobre ellos; ese deseo continuo y el miedo subyacente, es tu Ego manifestado a través de las mismos, ¿Y qué sucede si un día lo pierdes todo?. Que te irás con ellos, y apareces tú

 

 

¿Qué significa ser consciente para ti? ¿Respirar? ¿Soñar? ¿Quejarte? ¿Gritar? ¿Llorar?

 

Día tras día te levantas y en la rutina de lo que ya significa o crees que es para ti vivir, un conjunto de hábitos que ya automatizan tu vida y que terminas por convertirlo en algo cotidiano e incluso normal, conjuntos de “responsabilidades” y ataduras, te conectas a las mismas, y empiezas a pensar de una formás más o menos compulsiva, a planificar si no lo has hecho ya el día anterior o durante toda la noche de una forma inconsciente, todo lo que tienes que hacer a lo largo del día, introduces el tiempo en tus ecuaciones vitales que necesitas resolver, es más, a veces, ya estás dónde tienes que ir dentro de unas horas antes de llegar allí, aparece ese espacio mental entre cada instante de tu respiración y esa brecha temporal que tu mente introduce para alcanzar esos objetivos o propósitos. Te vas de aquí. Dejas de ser consciente, tu mente a tomado el control.

 

Te conviertes en un autómata, incluso, te cuesta recordar el trayecto que has realizado andando o en tu coche al trabajo, a dónde te diriges día tras día. Se te escapan todos esos pequeños detalles que tienen más que ver con el sentirse vivo y no con lo que tienes que hacer, te vuelves inconsciente a excepción de momentos puntuales que recuperas la atención, esos pequeños instantes que te recuerdan que debes estar más atento ya que apunto estuviste de llevarte a un peatón que cruzaba igual de inconsciente que tú por llegar a su planificación mental.

 

Se te pasas la vida, cada instante de tu respiración, en todos esos procesos mentales inconscientes y que te alejan de la observación consciente de todo aquello que sucede a tu alrededor, y no hablo de simplemente recuperar tu atención, de qué te sirve fijarte en algo, en el revolotear de una mariposa, en quién te habla, en todo aquello que observas si permites que los pensamientos y que nada tienen que ver con todo aquello que estás haciendo en ese mismo instante que te das cuenta de ello al recuperar la atención, inundan tu conciencia de elementos que te alejan de vivir esa experiencia en plenitud.

 

Estar consciente no sólo es observar lo que sucede, sino es unir ese “espacio-temporal” en ti más allá de los pensamientos que llegan uno tras otro sin parar y que nunca cesan. No olvides que tu mente intentará por todos los medios comprender que es todo aquello que has observado, buscará la forma de generar comprensión, de adelantarse a ti y tomar el control de la situación, esa es tu pérdida de consciencia.

 

Cuando observes mantente alerta, presta atención a todo aquello que tiene que ver con esa experiencia y al mismo tiempo vuélvete consciente también de todos aquellos pensamientos que surgen en ti y que nada tienen que ver con la misma.

 

Déjalos ir sin más, concéntrate en la experiencia, es lo importante, permite que la misma inunde tus sentidos, mantente consciente y verás que la misma formará parte de ti .

 

Vivir conscientemente, plenamente consciente de cada experiencia que te unes a ella al observar, establecer un equilibrio con tus pensamientos, incluso con todos aquellos que tienen que ver con la misma y que si deberías aceptar como tales siempre que mantengas el control sobre ellos y no al revés, dotará a tu vida de un estado de quietud mental sin precedentes, de paz, te unirá a la misma y serás uno con lo que es.

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